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Si hablamos de emociones, seguramente se te vengan a la mente aquellas denominadas “básicas”: alegría, tristeza, ira, asco, miedo… Además, es muy probable que te resulte muy fácil identificarlas tanto en ti mismo como en los demás. Por ejemplo, sabes que cuando tu equipo gana te sientes muy feliz o que si una persona suspende seguramente se sienta triste. No obstante, existen emociones más complejas (frustración, envidia, decepción, remordimiento…) que son más difíciles de identificar y, en consecuencia, de gestionar.
La capacidad de comprender y manejar tanto nuestras propias emociones como las de los que nos rodean es lo que se define como inteligencia emocional.
¿Qué caracteriza a las personas con inteligencia emocional?
Gozar de una adecuada inteligencia emocional implica, principalmente:
· Comprender las emociones, necesidades y deseos tanto propios como ajenos y, por tanto, saber actuar en consecuencia.
· Saber manejar correctamente los propios sentimientos y los de los demás, tolerando posibles tensiones.
· Ser capaz de “salir” de las emociones negativas, sin quedar atrapado/a en ellas.
· Expresar adecuadamente sus sentimientos, sin dejarse llevar por impulsos de los que más tarde se arrepientan.
Inteligencia emocional intrapersonal e interpersonal
La inteligencia emocional puede dividirse en dos tipos; por un lado, la intrapersonal, más relacionada con la identificación y comprensión de nuestras propias emociones y sentimientos, y la inteligencia emocional interpersonal en el ámbito de las relaciones sociales.
A nivel intrapersonal, son importantes la autoconciencia emocional, es decir, darse cuenta de los propios sentimientos y los pensamientos que los acompañan, el autocontrol emocional que implica la capacidad para mantener en equilibrio nuestras emociones (no en reprimirlas) y la automotivación para la búsqueda del bienestar emocional. A nivel interpersonal, la inteligencia emocional se relaciona con expresar adecuadamente nuestras emociones (tanto de forma verbal como no verbal) teniendo en cuenta su repercusión en los demás. Además, implica conseguir que las relaciones sociales nos ayuden a experimentar emociones positivas de forma preferente y ayudar nosotros a que los demás también las experimenten.
En resumen, una adecuada inteligencia emocional nos permite sentirnos seguros de nosotros mismos y disfrutar de relaciones sociales satisfactorias. Al tratarse de una habilidad, podemos entrenar para mejorarla. Por tanto, si consideras que tienes dificultades para expresar y gestionar tus emociones y las de los demás, te animo a contactar conmigo. Puedes encontrarme a través de mis redes sociales o de mi página web.
Experimenta el cambio, siente el bienestar
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